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Formación continuada del profesorado y aprendizaje para la vida

Artículo de opinión

Los primeros estudios profesionalizadores que recibimos son insuficientes para mantenernos actualizados. Necesitamos de la formación continua para adaptarnos a los cambios que se producen en nuestros respectivos entornos laborales, domésticos y de ocio


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Ana Iglesias. Directora de Coordinación Pedagógica del Centro de Estudios Adams
La parte central del concepto de aprendizaje para la vida es la afirmación de que no todas las competencias que son relevantes a lo largo de la vida pueden ser proporcionadas por una formación inicial, ya que:
  • Las competencias se desarrollan y cambian a lo largo de la vida, con la posibilidad de adquirir o perder competencias conforme se crece;
  • Las demandas sobre los individuos pueden cambiar a lo largo de sus vidas adultas como resultado de transformaciones en la tecnología y en las estructuras sociales y económicas; y
  • La psicología del desarrollo muestra que el desarrollo de competencias no finaliza en la adolescencia sino que continúa a lo largo de los años adultos. En particular, la habilidad de pensar y actuar reflexivamente crece con la madurez.
Entender esto tiene importantes implicaciones para las evaluaciones y la educación. Es necesario evaluar y revisar las competencias de los individuos a lo largo de la vida.

La actual Sociedad de la Información, caracterizada por el uso generalizado de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en todas las actividades humanas exige de todos nosotros nuevas competencias, tanto personales como sociales y profesionales para afrontar los continuos cambios y seguir el ritmo de los tiempos.

Las TIC se han convertido en omnipresentes, imprescindibles y poderosas herramientas capaces de provocar una profunda revolución en todos los ámbitos sociales, revolución que afecta, por supuesto y, muy especialmente, al mundo educativo. Estamos ante una nueva forma de ver y entender el mundo.

Los primeros estudios profesionalizadores que recibimos son insuficientes para mantenernos actualizados. Necesitamos de la formación continua, entendida como formación a lo largo de toda la vida, para adaptarnos a los cambios que se producen en nuestros respectivos entornos laborales, domésticos y de ocio. Nada se escapa. Nadie está libre.

La educación informal adquiere notable protagonismo. Medios de comunicación e Internet son fuente de formación y de información para todos los ciudadanos; aunque los conocimientos adquiridos sean desestructurados y poco precisos. Más motivo todavía para no perder de vista en la educación formal lo que ocurre a través de estos medios.

Los formadores de la actualidad deben alfabetizarse digitalmente para concebir sus programas formativos sin olvidar los entornos y posibilidades formativas que nos brinda el ciberespacio. El conocimiento y aprovechamiento personal y profesional de los servicios que proporciona Internet constituye la parcela más relevante de las competencias en TIC que deben tener los formadores, muy especialmente la aplicación de estos instrumentos tecnológicos con fines didácticos para facilitar los aprendizajes de los estudiantes.

El papel de los formadores ya no es tanto enseñar (trasladar información y explicarla) como ayudar a los estudiantes a aprender a aprender, orientando al alumno en la construcción de su propio conocimiento.

En el diseño de la acción formativa, las TIC constituyen un eje transversal de triple dimensión:
  • son un instrumento que facilita los procesos de aprendizaje,
  • son una herramienta para el proceso de información
  • y son un contenido implícito de la acción formativa (al utilizarlas los estudiantes aprenden sobre ellas y aumentan su competencia digital)
Así pues, para que un formador utilice con eficacia y eficiencia las TIC necesita estar en posesión tanto de competencias técnicas (saber utilizar y manejar las herramientas tecnológicas) como de competencias didácticas que le proporcionen un buen saber hacer pedagógico. Las competencias en TIC que deben tener los docentes se pueden resumir en:
  • Tener una actitud positiva hacia las TIC, ya que constituyen un instrumento de nuestra cultura que hay que saber utilizar y aplicar.
  • Conocer en profundidad el uso de las TIC en el ámbito educativo y utilizarlas con destreza.
  • Conocer el uso de las TIC en el ámbito de su área de conocimiento.
  • Planificar la acción formativa integrando las TIC.
  • Proponer actividades formativas que contemplen el uso de las TIC y evaluarlas.
Para finalizar, debemos tener en cuenta que toda acción formativa diseñada por los docentes debe estar orientada a que los estudiantes adquieran los conocimientos y destrezas necesarios para su completa participación en la sociedad. La formación formal e informal debe proporcionar a los individuos la adquisición de las COMPETENCIAS necesarias para enfrentarse a los complejos desafíos del mundo de hoy. Las personas necesitan apoyarse en competencias clave que les permitan adaptarse a un mundo caracterizado por el cambio, la complejidad y la interdependencia.
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