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Enredados socialmente

Editorial

Esta revolución tecnológica que impacta aún más en el carácter líquido de la sociedad implicará consecuencias positivas y negativas. No tenemos que ser "papanatas" ni "talibanes" en un sentido ni en el contrario. Pero lo que sí podemos asegurar es que las cosas serán distintas una vez las redes sociales se hayan consolidado en el mundo educativo y de la formación.

  • 23/06/2010

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Enric Renau. Editor
Si tuviera que resumir en dos adjetivos nuestra sociedad actual éstos serían "líquida" y "tecnológica".

La sociedad moderna según Zygmunt Bauman se caracteriza por una situación en la que los modelos y las estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos. Vivimos bajo el imperio de la caducidad y la seducción.

La modernidad líquida esta dominada por una inestabilidad asociada a la desaparición de los referentes a los que anclar nuestras certezas en el que el verdadero "Estado" es el dinero. En el campo de la formación ello significa que pierde prestigio el maestro, el profesor, el catedrático. Significa también que los contenidos de las materias avanzan más rápidamente que las capacidades de explicar los avances científicos o técnicos de los profesores. Y mayoritariamente se le pide a la educación y a la formación su aplicabilidad y eficacia en los resultados.

La sociedad moderna también es tecnológica. Según Miquel A. Ferreira de la Universidad de Murcia, porque la socialidad humana viene condicionada por el avance tecnológico. Se trata de una sociedad cuya economía genera suficiente cantidad de riqueza material, de recursos, como para que una vez garantizada la satisfacción de las necesidades básicas, una parte importante del excedente se utiliza para el desarrollo científico y tecnológico. Por otro lado, la tecnología impregna las relaciones humanas, la cotidianeidad y la propia experiencia vital, afectando a muchos ámbitos, entre ellos, la educación y la formación.

En una sociedad líquida y tecnológica, Internet y las redes sociales impactan directamente en los modelos educativos, en la gestión de los centros y en las relaciones entre alumnos y profesor y entre compañeros. Esto es un hecho, no una hipótesis, porqué la omisión del contexto tecnológico y la incapacidad de comprensión del fenómeno de la redes tipo Facebook o Twitter no exime de las consecuencias que ello conlleva.

La educación y la formación se están reinventando. Y los responsables de los centros educativos que no lo hagan, lo tendrían que realizar con una cierta urgencia y, sobre todo, si tienen vocación de sobrevivir a la nueva revolución que ya ha llegado.

Esta revolución tecnológica que impacta aún más en el carácter líquido de la sociedad implicará consecuencias positivas y negativas. No tenemos que ser "papanatas" ni "talibanes" en un sentido ni en el contrario. Pero lo que sí podemos asegurar es que las cosas serán distintas una vez las redes sociales se hayan consolidado en el mundo educativo y de la formación.

Enric Renau
Editor

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