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El aula como crisol de la sociedad

Editorial

"El aula puede ser un crisol de la comunidad y la diversidad un incentivo y un valor para la formación integral del alumnado" señala Manuela Chica en esta misma monografía sobre diversidad cultural en las escuelas. Las escuelas e institutos no pueden ni deben obviar la existencia de distintas razas, culturas, lenguas y religiones, tienen que asumir como normal la diferencia y trabajar para reducir las desigualdades.


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Enric Renau. Editor
"El aula puede ser un crisol de la comunidad y la diversidad un incentivo y un valor para la formación integral del alumnado" señala Manuela Chica en esta misma monografía sobre diversidad cultural en las escuela.

Un crisol es una analogía que representa la forma como las sociedades heterogéneas gradualmente se convierten en sociedades homogéneas y en la cual las gentes de diferentes culturas, razas y religiones se combinan y se mezclan para formar una sociedad multiétnica.

La doctora en pedagogía, junto con otros brillantes articulistas, apuesta por favorecer que la escuela, reflejo de la sociedad y primer y principal laboratorio de la diversidad, trabaje para construir la interculturalidad, es decir, la convivencia de la heterogeneidad cultural en la que se respetan las minorías, se fomenta la relación entre las culturas y en enriquecimiento mutuo. Pero también una escuela donde se observa el reconocimiento y la transmisión de la identidad cultural propia de la sociedad que acoge.

En el aula conviven el difícil equilibrio entre la natural y la lógica transmisión de los valores y la cultura de la sociedad (de acogida) y la valoración y adquisición como riqueza cultural de la aportación de las minorías (inmigrantes). Una escuela que tiene que asumir como normal la diferencia y trabajar para reducir las desigualdades.

Concretando más, en España, además, confluyen varias situaciones históricas y demográficas que requieren de una interpretación pluralista de la sociedad y una actitud activa desde la educación.

En primer lugar, la coexistencia de varias culturas e identidades dentro del mismo Estado y en el seno de las comunidades nacionales, como señala la propia Constitución.

En segundo lugar, porqué la autarquía de la dictadura franquista impidió la existencia de flujos migratorios de entrada durante 40 años. Al contrario, de España emigraron millares de ciudadanos.

En tercer lugar, por qué el crecimiento espectacular de la economía española en la década de los 90 provocó un incremento proporcional de la inmigración y la conversión de la sociedad homogénea en un crisol de culturas, al menos en las comunidades y ciudades más desarrolladas económicamente y más abiertas.

En cuarto lugar, porqué las previsiones del envejecimiento y la globalización requerirán o provocarán la llegada de nuevos contingentes de todas las partes del mundo.

Enric Renau
Editor

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