La decisión de estudiar o no en la universidad es una pregunta relevante que un/a joven tiene que hacerse con la mejor información y orientación posible. En caso afirmativo, la elección de unos u otros estudios, es el siguiente paso. Finalmente, la pregunta es dónde realizar estos cursos de grado -o carreras-.No hay un método único para dar respuestas a las tres preguntas anteriores. Hay distintas actitudes: convencimiento, inseguridad, indiferencia, impotencia, etc.
Lo importante de una decisión como la de seguir cursando estudios superiores es entrar, sin presión excesiva, en una etapa de introspección y autoconocimiento de intereses, valores y capacidades, de indagación de la oferta formativa no solo local y de comprensión del mundo laboral.
En este monográfico hay artículos que estructuran muy adecuadamente los criterios para un proceso de elección.
Mi reflexión, sin embargo, quiere ir algo más allá, para relajar a los jóvenes que se encuentran en la etapa de potencial acceso a la universidad.
Hemos tendido a dar mucha importancia a los títulos. Éstos, colgados en la pared de los despachos, clínicas o bufetes, por poner tres ejemplos, parecían ser la garantía de la profesionalidad. Pero, ¿qué hay de la profesionalidad sin un proceso de aprendizaje permanente?. ¿De qué sirve un título de licenciado, diplomado o ingeniero, sin la mejora continua de las competencias necesarias para ejercer la profesión?
Bien es cierto que uno no puede ser doctor en medicina o licenciado en derecho o titulado en ingeniería en obras públicas sin el título correspondiente. Se llame de grado o carrera. Máster o postgrado. Pero también es válido decir que un buen médico, abogado o empresario lo será más por su capacidad de ejercer unas competencias específicas que, en parte se aprenden en la universidad y, en parte, en el día a día del trabajo profesional.
Por otro lado, tengo que señalar que me creo el modelo del Espacio Europeo de Educación Superior y el Sistema de Transferencia de Créditos para la Educación Superior (ECTS), la Carta Europea para la Movilidad, así como la filosofía que hay detrás de la Estrategia de Lisboa según la cual cada ciudadano tendría que poder encontrar un itinerario formativo adecuado a sus necesidades e intereses en cada momento.
La acreditación de competencias en un Marco Europeo estará basada en la consecución de unos créditos de forma continua con distintas etapas de evaluación de la persona en el centro escolar, en el instituto, en la universidad quien quiera/pueda o en la empresa donde uno trabaje. Estas competencias no serán sólo teóricas, sino prácticas y podrán adquirirse de forma mucho más flexible en términos temporales y geográficos.
Ningún estudiante está en una situación de vida o muerte, del todo o nada. Si no la acierta a la primera, encontrará su momento, si se lo cree, se espabila, se orienta y es flexible. Aquí o allí. Una vez dentro de la universidad, hallará muchas pasarelas.
Enric Renau
Editor
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