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La animación sociocultural como un filón profesional en auge

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Jordi Satorra Marin. Coordinador territorial de Juventud en Lleida. Departament d'Acció Social y Ciutadania, de la Generalitat de Catalunya
¿Un perfil profesional más o menos amplio que el de monitores/as y directores/as?

Si echamos la vista atrás y nos fijamos en la evolución del mercado laboral, veremos que en los últimos años ha habido barreras que se han diluido. Algunas de estas barreras han sido físicas (el espacio geográfico donde buscar trabajo ya no queda reducido al propio país, sino que se ha ampliado la posibilidad de poder trabajar en todos los países de la Unión Europea) y otras barreras, culturales.

Una de estas últimas consiste en superar la idea que sólo la titulación presupone unos conocimientos. El currículum laboral europeo, no pretende recoger todos los estudios y experiencias laborales de una persona, sino que quiere analizar las competencias reales que esta persona puede desarrollar (capacidad para mantener conversaciones en inglés, flexibilidad para trabajar en grupo, colaboración voluntaria con asociaciones sin ánimo de lucro…).

Pese a todo, en nuestro país esta barrera se está diluyendo demasiado lentamente, por lo que tanto empresas como trabajadores priman aún la posesión de un certificado o un título sobre la acreditación de competencias reales que puede tener una persona fruto de su bagaje laboral, personal y de relación. Existe también una lucha silenciosa entre diferentes colectivos profesionales para controlar y evitar el intrusismo laboral. Una de estas rencillas es la que se disputa entre monitores/as de tiempo libre infantil y juvenil con los técnicos/as superiores en animación sociocultural (ASC).

Ambos estudios, totalmente regulados por decretos y normativas, no tienen los mismos contenidos y, mucho menos, las mismas horas lectivas. La ASC en Catalunya logró hace unos años la equivalencia de esta titulación a la de monitores/as en el tiempo libre para todas las actividades de ocio educativo relacionadas con las actividades dirigidas a menores de edad. Su actual lucha es la de equipararla también con la de director/a en el tiempo libre.

Craso error intentar asemejar, como se dice en catalán, "nabos con coles”. Si comparamos el currículum educativo de ambos estudios, veremos que el animador/a se forma en ámbitos que van mucho más allá de los estrictamente dedicados al ocio y a la educación el tiempo libre. Las 1400 horas teóricas y prácticas de la formación en ASC incluyen módulos sobre animación cultural, desarrollo comunitario, bases metodológicas y sociopsicológicas, creación de una pequeña empresa y dinámica de grupos, entre otros. Todos estos contenidos van más allá de las 250 horas de un curso de monitor/a. Además en Catalunya se está estudiando la posibilidad de aumentar el currículum del ASC con un módulo sobre información y dinamización juvenil para ampliar las salidas laborales de estos profesionales y afianzarlo como un filón de ocupación muy interesante para las personas que estén interesadas en el trabajo en el campo social a nivel técnico. Llevaría otro artículo hablar de la necesidad de la creación de unos estudios universitarios de ASC similares a los que existen en otros países europeos con más tradición en esta metodología de trabajo.

Posibles ofertas y demandas de los y las profesionales de la animación sociocultural.

Ante tal diferencia de abasto profesional, las posibles ofertas y demandas de los y las profesionales en animación sociocultural son innumerables.

Fruto de largos años donde la figura de ASC aún no existía en este país y la larga tradición de monitores/as y directores/as en el tiempo libre, nos encontramos que muchos de estos monitores, con una titulación que especifica que su trabajo va dirigido al colectivo infantil y juvenil, están trabajando en el campo del ocio con otros grupos de edad y colectivos diversos (discapacitados, población inmigrante, trabajo comunitario, animación cultural…).

No debemos equivocarnos y pedir que se acabe con este supuesto intrusismo y sustituir unos profesionales por otros. Como profesionales sociales y desde la administración, debemos promover la acreditación de competencias de estos monitores/as que sin duda tienen adquiridas las competencias necesarias para desarrollar los trabajos en los campos antes citados y facilitarles el acceso a la titulación de ASC. Esta acción clarificaría las tareas y perfiles profesionales de ambas titulaciones y terminaría con la asimilación de dos estudios que por nivel (el de monitor/a es un curso de voluntariado que mayoritariamente se realiza en escuelas privadas y/o concertadas, mientras que el de animador/a es un título oficial de formación profesional que se cursa en centros públicos) y competencias son injustamente asimilados.

Los titulados en ASC en Catalunya tienen ante sí un múltiple abanico de posibilidades laborales, sobretodo gracias a la promoción de leyes como la de servicios sociales, la ley para la autonomía de las personas o el convenio laboral del tercer sector social, que dibujan un horizonte con una fuerte demanda de perfiles sociales para diferentes colectivos.

Además, siempre debemos reforzar y fomentar la auto ocupación de las personas, especialmente de las jóvenes. En este campo puede tener éxito la creación de empresas y cooperativas de profesionales que presten servicios a asociaciones, administraciones y particulares.
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