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Enseñanza o Aprendizaje

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William Martin. Coordinador Internacional de Bircham University
Nos hemos pasado años estudiando y memorizando sin aprender demasiado. ¿Cuánto recordamos de las materias estudiadas en la escuela o en la Universidad? La verdad es que muy poco. ¿Por qué?

A nuestra mente sólo le interesa la información útil

La mayoría de las escuelas basan su pedagogía en la memorización y el examen. Desafortunadamente, estos métodos son de enseñanza, no de aprendizaje. Si somos aun más precisos, nos damos cuenta de que recordamos con mayor facilidad aquel conocimiento que hemos expresado de alguna forma: bien sea en charlas, en discursos, o en nuestros propios pensamientos. ¿Por qué? Por que la mente es muy práctica y gasta su energía y su esfuerzo en almacenar sólo aquellos datos que considera útiles. Todos los demás también son almacenados, pero en un "trastero" donde acaban por ser relegados al olvido. Si nuestra mente no actuase de esta forma estaría perpetuamente sobrecargada de información y no tendría "espacio” para pensar.

Reflexionar transforma la información en conocimiento

Para convertir cualquier pieza de información nueva en conocimiento tenemos que activar un proceso de reflexión. Pensar es la capacidad de utilizar datos a través de procesos de síntesis, analogía y deducción para generar una nueva información que nos permite resolver problemas. Los nuevos datos generados constituyen más nueva información útil que queda archivada en una especie de "sistema operativo". Cuantos más datos nuevos se incorporen a este "sistema operativo" mayor será su capacidad y la calidad de su rendimiento. Por esta razón cuanto más utilizamos nuestra mente para pensar más inteligentes nos volvemos. Funciona igual que un músculo.

Cómo convertir datos en archivos mentales útiles y permanentes

Cualquier dato nuevo que percibimos se almacena inicialmente en una memoria temporal. Entonces podemos decidir trasladarlo a la memoria permanente y fijarlo ahí creando vínculos emocionales, senderos lógicos o aplicaciones a la práctica. Estas relaciones asociativas ayudan a la mente a rastrear y rescatar los datos procesados, que de otra manera acabarían perdidos, es decir, olvidados. Sobrecargar la memoria permanente con grandes cantidades de información sin establecer fuertes relaciones asociativas de datos conduce a un archivo mental desordenado y débil. La información archivada de esta manera será compleja de rastrear y de recuperar o, en otras palabras, muy difícil de recordar. Por lo tanto, no se trata de cuánto estudiamos, sino más bien de qué y cómo estudiamos.

¿Es posible incrementar la capacidad de nuestra mente?

La respuesta no es tan sencilla. Por un lado se deben generar nuevas estructuras mentales que nos permitan procesar y almacenar nuevas fuentes de nueva información útil. Estos nuevos senderos mentales se generan con la suma de fuertes relaciones asociativas de datos, como se explicó antes. Por otro lado, es la intensidad y la frecuencia con la que procesemos las nuevas fuentes de datos por éstas recién creadas estructuras lo que fijará definitivamente un nivel mayor de capacidad mental.

Según los estudios en pedagogía de formación a distancia conducidos por Bircham International University, la clave del éxito del aprendizaje reside en el tipo de proceso mental que se produce cuando extraemos información de un texto y en cómo tenemos que reprocesar y expresar dicha información para darle formato de trabajo escrito. El estudio se torna un fenómeno activo que promueve la comprensión (lectura y selección de datos), nuevas estructuras mentales (interrelación y jerarquía de conceptos) y la transformación de inputs (reorganización y expresión escrita de datos). Las nuevas estructuras de pensamiento adquiridas no dependen de la clásica memorización y contribuyen a incrementar nuestra capacidad de razonamiento y de resolución de problemas. Esta mejora intelectual es continua y permanente.
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