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Las prácticas y la transición al mercado laboral

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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
Realizar prácticas laborales mientras se está estudiando es la forma de adquirir experiencia y de conocer las posibilidades reales de inserción que ofrecen los estudios cursados. Si se tiene en cuenta esta afirmación, las prácticas deberían ser uno de los aspectos más importantes de la formación y los planes de estudio deberían tener en cuenta una buena organización, objetivos realistas y una coordinación adecuada con las empresas e instituciones.

Para reflexionar sobre la complejidad de la coordinación del proceso de prácticas en todos los niveles educativos (Educación Secundaria, Formación Profesional, universidad, Programas de Transición al Trabajo, etc.), desde Educaweb.com hemos planteado a los expertos las preguntas que aparecen en el monográfico sobre "Formación y Prácticas”. Con este reportaje queremos mostrar la información básica para orientarse en esta temática.

Las prácticas en empresas o instituciones

La utilidad de las prácticas es innegable. Las empresas e instituciones que han de contratar a los trabajadores buscan una serie de perfiles profesionales, con capacidades y habilidades que les permitan cubrir sus necesidades. En este sentido, las prácticas laborales favorecen que el alumnado adquiera estas habilidades y competencias necesarias para poder enfrentarse a los problemas reales de una profesión, a la vez que permiten el primer contacto con la realidad laboral, la inmersión en un entorno de trabajo vinculado a su formación.

De esta forma, entendemos que las prácticas laborales vinculan los conocimientos teóricos impartidos en el aula, con el mercado laboral y las exigencias de las empresas.

En la Formación Profesional y los Programas de Transición al Trabajo se da una gran importancia a las prácticas y a la posterior inserción del alumnado, destinando un gran número de horas a ello, pues la finalidad de esta formación es preparar a los estudiantes para desempeñar una profesión en concreto.

Además, tal y como dicen Rosa Solans y Assumpta Sopeña en su artículo, en los Programas de Transición al Trabajo, los jóvenes que entran en contacto directo con el entorno productivo se dan cuenta de la importancia de la formación. Este hecho se traduce en un aumento de la motivación para la formación y el aprendizaje permanente, imprescindible en el ámbito laboral y en la sociedad actual.

Pero, ¿qué ocurre con la formación universitaria? Lluís Codinas en su artículo sobre la importancia de las prácticas, explica que en la actualidad se reconoce que existe cierta complejidad de la relación entre educación superior y trabajo. Estas dificultades, hacen necesario que la formación universitaria deba ajustarse y responder a las nuevas exigencias del mercado laboral para contribuir a un mejor conocimiento de la realidad para transformarla y mejorarla.

Las empresas por su parte, también reconocen ciertas dificultades a la hora de coordinar la formación que ofrecen los centros con la realidad laboral. A pesar de ello, las prácticas son una buena herramienta de selección de personal, ya que un buen porcentaje del alumnado termina incorporándose a la empresa en la que ha hecho las prácticas.

De esta forma, podemos concluir que unas de las demandas más frecuentes desde los centros y desde las empresas o instituciones es la mejora en la coordinación de las prácticas y la necesidad de una mayor coincidencia entre los conocimientos impartidos y el ejercicio profesional.

La coherencia entre prácticas e inserción laboral de los estudiantes

Los datos en este sentido son muy claros: tal y como se puede observar en el estudio Libro Blanco sobre la transición del sistema educativo al laboral, en Europa existe una gran diferencia entre la formación que reciben los estudiantes y las necesidades reales de las empresas. Esto sucede porque los jóvenes no reciben la preparación práctica adecuada para sustituir a los profesionales mayores que se retiran.

Según el estudio, España, Italia y Portugal son los países europeos que concentran un mayor número de desempleados juveniles y la formación profesional es escasa, aunque España y Portugal han invertido mucho en desarrollar sus sistemas de educación secundaria y de estudios superiores. Por otro lado, Alemania es el país que tiene más en cuenta el aprendizaje profesional, proporcionando a los jóvenes una base técnica sólida.

El principal problema que ha provocado esta situación es la falta de coordinación entre el sector público, el privado y los centros de formación, para evitar entre todos el déficit de competencias que tienen los jóvenes y que provoca una gran frustración al no coincidir las aspiraciones de los estudiantes con las necesidades reales de las empresas.

Por último, a partir de la información recopilada se pueden proponer una serie de recomendaciones que podrían contribuir a mejorar esta situación:

- Realizar una acción de coordinación que disminuya la diferencia entre las competencias requeridas en un puesto de trabajo y la formación recibida, especialmente en el ámbito universitario.

- Impulsar el interés de las empresas por la Formación Profesional y los PTT como programas que permiten la inserción laboral de los estudiantes.

- Mejorar la orientación profesional para que los estudiantes universitarios conozcan mejor el mercado laboral y sean capaces de desarrollar las habilidades y competencias necesarias para adaptarse a sus demandas.

- Incorporar conocimientos prácticos a la enseñanza universitaria, más allá de los programas de prácticas que se ofrecen actualmente.


Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
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