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La educación de los niños delante de la televisión

Artículo de opinión

  • 12/02/2007

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Antonia Mª Garcia, psicóloga de ISEP Clínic Cerdanyola
Diversos estudios hacen referencia al abuso en el consumo de televisión de los escolares. Una investigación del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) señala que los niños catalanes de entre 4 y 12 años pasan más horas viendo la televisión (960 h) que asistiendo a clase (960 h). Además, en este estudio se hace patente la preferencia de los niños y adolescentes por seguir programas emitidos a partir de las 22 horas.

Paralelamente, se observa en esta franja horaria un incremento de programas protagonizados por este mismo grupo de edad, con el que fácilmente se pueden identificar, y un decrecimiento de programación infantil en la franja de 17 a 21 horas. Ahora bien, el hecho de que los niños vean tanta televisión no quiere decir que no les guste hacer otras cosas -deporte, juegos, manualidades...

Según un estudio publicado en la revista Child Development, los niños de 12 meses de edad son capaces de captar las emociones que reflejan algunos programas de televisión e incorporarlas en sus comportamientos; así, son como esponjas que absorben, interpretan e incorporan en su constelación de comportamientos todas las manifestaciones emocionales que se producen a su alrededor. De hecho, numerosos estudios demuestran que dentro del útero materno, el feto ya es capaz de percibir las experiencias de su madre con el entorno. Según eso, es indiscutible la influencia de la televisión desde bien pequeños y el gran impacto que causa a medida que vamos creciendo.

El hecho de que alguien o algo aparezca en la pantalla hace que les atribuyamos un determinado prestigio social, reconocimiento, dinero y abre las puertas a muchos otros campos; de hecho, la importancia del medio es tanta y la del mensaje a veces tan escasa que para muchas personas el hecho de aparecer en la pequeña pantalla se ha convertido en un fin por sí mismo.

Se ha visto que los niños hasta aproximadamente los 7 años no son capaces de distinguir entre realidad y ficción, pero no hay que ir tanto lejos, ¿cuántos adultos pueden afirmar que no se dejan influir por los anuncios de televisión?

Ahora bien, ni todo es blanco ni todo es negro, no hay que ser catastrofistas pero tampoco caer en una pasividad extrema. La realidad es que los programas de televisión son diariamente motivo de debates y polémica en centros escolares, oficinas..., actuando como agentes socializadores. De hecho, los efectos positivos o negativos dependerán del uso que de ellos se haga.

La televisión informa, entretiene y educa. También ayuda a estimular el sentido crítico, a pensar, a favorecer la creatividad; todo depende de la manera con que la miramos (pasivamente/activa).

En la práctica, ¿cómo educar a los hijos a ver la televisión?

Si los niños cuentan con los adultos a la hora de ver la televisión, se les hace preguntas y se les obliga a pensar y verbalizar sus sentimientos no sólo se los estará educando en hacer un buen uso del medio, sino que se favorecerá la comunicación, el aprendizaje y la relación entre ambas partes. Por otro lado, si el ritmo de vida acelerado y los horarios poco funcionales no permiten diariamente dedicar este rato conjunto, haría falta (según la Academia Americana de Pediatría):

- Limitar la cantidad de tiempo que el niño pasa delante de la televisión (máximo 2 horas diarias).

- Planificar con los hijos los programas que quieren ver y establecer un plan semanal.

- Conocer el contenido de los programas.

- No permitir ver la televisión durante las comidas. Quizás es de los pocos momentos donde la familia está reunida y la televisión dificulta la comunicación.

- Los niños no tienen que tener televisión en la habitación, así evitaremos que vea más, que se aísle y que no se controle lo que ve.

- Promover la lectura
- Predicar con el ejemplo. Si quiere que lea más, los padres deben hacerlo también.
Si la televisión es causa de discusión, conflicto o peleas, simplemente se desenchufa un rato.
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