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"Orienta quién previamente se ha ganado la confianza del adolescente. Quién puede sugerir una orientación a su vida porque conoce cómo"se mueve” el adolescente"

Entrevista


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Entrevista a Jaume Funes. Psicólogo, educador y periodista. Especialista en adolescencia y dificultades sociales. Asesor, supervisor y docente en diferentes aspectos de la atención a los adolescentes y jóvenes
En este monográfico hemos querido centrarnos en la orientación destinada a jóvenes de 15 a 18 años. ¿Qué particularidades de este grupo de edad debemos tener en cuenta a la hora de plantear una acción de orientación académica y profesional?

Se trata de chicos y chicas que están en plena adolescencia o acostumbrándose a vivir en la post-adolescencia. En cualquier caso ninguno de ellos y ellas se plantea grandes dilemas vitales de orientación. Cualquier incidencia educativa depende de que se tengan en cuenta algunas de sus principales características.

De manera muy telegráfica. En primer lugar hay que tener en cuenta que son diversos, que no hay una adolescencia (aunque haya un estilo de vivencias y actitudes adolescentes compartido). Después, que la adolescencia son años para ser adolescente y que la orientación supone hacerles otras propuestas vitales que signifiquen afirmarse ya como jóvenes (en la experiencia de transición que pusimos en marcha en Terrassa a eso le llamábamos "Ser joven después de la ESO”). Conviene no dejar a un lado que consideran la adolescencia como una etapa para disfrutar y ser felices y que su actitud vital es la de experimentar, la de probar, la descubrir otros mundos.

Evidentemente, las adolescencias y sus futuros depende la condición social. Todos no tiene las mismas posibilidades de probar y descubrir, por lo que la orientación en muchos casos es enriquecimiento de estímulos y oportunidades.

¿El hecho de alargar hasta los 16 la enseñanza obligatoria ha tenido repercusión en los adolescentes, en la forma cómo los percibimos o en la forma cómo se perciben a sí mismos?

La escuela de secundaria pasó a ser territorio adolescente. Los chicos y chicas pasaron a encontrar en ella el principal espacio para aprender y practicar sus adolescencias. Los retos hace tiempo que están definidos y no todas las escuelas, ni todos los profesionales quieren asumirlos. En primer lugar, conseguir que la mayoría de adolescentes puedan sentir la escuela como suya, que una parte de su mundo está allí, es tenido en cuenta. Se ha agudizado la contradicción entre lo que pretende una parte del profesorado, de los padres y madres y el mundo de los adolescentes actuales. Buena parte de los rebotes básicos de la adolescencia se han traspasado a la escuela.

Es obvio que la compleja diversidad de realidades adolescentes se ha convertido en un grave problema para una escuela que tiende sistemáticamente al aprendizaje homogeneizador como tarea propia. Pero, no es cierto que muchos adolescentes no quieran estar en la escuela. No hemos sabido encontrar un acuerdo sobre lo que necesitan y, especialmente, sobre cómo pueden adquirirlo activamente. Hoy hay menos adolescentes conflictivos o marginados por culpa de la escuela (algo que era grave con el BUP y la FP).

Hay, sin embargo, demasiados adultos (entre los padres, el profesorado o la ciudadanía en general) que no se paran a mirar a los adolescentes, que los ven siempre como un potencial problema, que se sienten desconcertados, que no tienen curiosidad por los acelerados cambios en los que están inmersos… La crisis de la docencia o la crisis de la educación en valores, las hemos convertido en un problema de los adolescentes, pero es un problema de las personas adultas con sus adolescentes.

En una reciente ponencia (1) suya, ha explicado que los servicios de orientación no piensan en clave adolescente. ¿Qué características debe tener un servicio de orientación para adaptarse a los adolescentes actuales?

Me refería a una tendencia excesivamente generalizada en todos los servicios y recursos a los que se supone que han de acudir los adolescentes (sociales, de salud, educativos, etc.) y a los que escasamente van o resulta difícil que vuelvan a venir. Insistía en introducir aspectos de la orientación, al menos el establecimiento de contactos, el conocimiento de los profesionales y de los recursos, allí donde los adolescentes están. No "orientaremos” a nadie si desaparece de la escuela de secundaria sin haber establecido una relación de confianza con alguien que pueda hacer de puente, que le influya para acercarse a un servicio sociolaboral. Lo mismo decía en relación con las actividades de juventud o con los servicios sociales.

A la vez, los diferentes recursos pensados como orientadores no pueden tener un diseño rígido basado en el supuesto joven que viene, pide hora y sigue pautadamente nuestro proyecto. Aprovechemos las ocasiones y entendamos que "orienta” quien previamente se ha ganado la confianza del adolescente para sugerir, quien puede sugerir una orientación a su vida porque conoce cómo "se mueve” el adolescente.

Otra cuestión que preocupa a los orientadores es el lenguaje y los conceptos que utilizan para orientar. ¿Considera que términos como trabajo, profesión, itinerario laboral pueden interesar o motivar a los adolescentes? ¿De qué forma podemos lograr que el mensaje les llegue?

No es muy diferente de otros ámbitos. Más que de lenguaje es una cuestión de contenidos, de culturas asociadas a las palabras. Para cada uno de los argumentos orientadores que nosotros consideramos importantes hay que descubrir (escuchando, preguntando, dejando participar, etc.) cuales son sus argumentos, las vivencias que asocian, las prioridades e interpretaciones. Desde el trabajo como forma de realización personal hasta el trabajo como forma de ganarse la vida para poder ser feliz en otros momentos y contextos, hay muchos matices, complementos, valoraciones, asociaciones, etc. que conviene escuchar.

También, conviene aclarar el mensaje. ¿Realmente, cuál es? Porque, razonablemente no puede ser: "prepara tu futuro” ni "qué piensas ser el día de mañana”. Hace tiempo que sabemos que, para los adolescentes de hoy, el futuro no sirve como argumento (o sólo en determinados momentos).

Creo que el mensaje es el propio proceso, la secuencia de lo que va haciendo, viviendo, la ayuda para que cobre algún sentido, le deje balances positivos. Poco a poco, además, que mantenga una dirección coherente y una posibilidad de aclararse consigo mismo y con aquello que va decidiendo hacer con su vida.

¿Cree que la orientación en esta franja de edad se ha centrado exclusivamente en los adolescentes con dificultades académicas o fracaso escolar? ¿Qué otros aspectos del desarrollo de una persona está olvidando la orientación?

Me parece que sí. Que ha consistido demasiado en buscar alternativas positivas para los que saltaban de los itinerarios más formales y académicos. Se sigue dando por bueno que un adolescente que sigue estudiando bachillerato está bien orientado, se da por supuesto que el buen adolescente es estudiante. Se deja voluntariamente de lado que las crisis vitales más graves suelen producirse entre los chicos y chicas que aguantan estoicamente seguir en la escuela, estudiando, hasta los 18 años.

No se por qué si aceptamos que el sistema de ecuaciones no se resuelve igual cuando se está enamorado que cuando se está agobiado, no aceptamos que el interés por unos estudios, una actividad profesional, unos conocimientos, una propuesta de identidad laboral, etc. dependen del grupo de amigos, de la riqueza de las actividades de ocio, las angustias de los padres o los valores dominantes en el entorno más próximo.

Intentamos influir en orientaciones vitales, no en la elección de itinerarios profesionales.

En la ponencia citada, usted destaca la orientación como "acompañamiento”. ¿Podría profundizar en este concepto?

Educar en la adolescencia es acompañar. Pero acompañar no es hacer de ángel de la guarda que advierte de las tentaciones o los itinerarios peligrosos. Es estar al lado de, disponibles para empujar cuando se paran, dar respuestas a sus interrogantes, facilitarles que aprendan de lo que experimentan, mantener la confianza y la esperanza en sus posibilidades cuando fracasan, poner árnica en las heridas de sus encontronazos con las experiencias que les desaconsejamos tener y tuvieron, etc.

Si la adolescencia es tiempo de evolución, es un proceso vital, si la orientación es ayuda en la construcción de itinerarios, si la "maduración” vital y educativa es un proceso, una secuencia personal, orientar es estar un tiempo siendo una referencia profesional significativa para el adolescente y el post adolescente … hasta que ya no nos necesite para nada.

El concepto de orientación ha evolucionado ligándose cada vez más al concepto del aprendizaje a lo largo de la vida de una persona. ¿De qué forma podemos hacer frente a esta nueva situación? ¿Cuál es el papel del orientador ante esta nueva perspectiva?

La idea del aprendizaje permanente a lo largo de toda la vida tiene connotaciones importantes para la construcción de las diferentes formas de ser persona y de formar parte de la comunidad, de la sociedad. Introduce, por ejemplo, la necesidad de construir permanentemente identidades abiertas y diversas, saber lo que somos hasta un determinado momento, pero aceptar que, en parte, podemos ser de otra manera, saber que nuestra manera de ser y de sentirnos bien con nosotros mismos es múltiple, depende del contexto en el que estemos. Se acabó el tiempo de las etiquetas únicas y estables, especialmente de las asociadas al desempeño de una profesión, para definirnos en cualquier momento de nuestra vida.

Buena parte del trabajo de los profesionales que ayudan en la orientación va a estar centrada (no muy diferentemente de ahora si se está haciendo bien) en tres tipos de acciones: la mejora del autoconocimiento, el aprendizaje y descubrimiento de los bagajes de lo vivido, el mantenimiento del interés por saber y conocer, por la novedad y el cambio.

¿Qué requisitos de formación son necesarios para ejercer como orientador/a? ¿Se requiere una formación inicial específica o una formación continua especializada?

No quisiera provocar debates de tribus profesionales. Puede hacerlo bien cualquier profesional del ámbito socio-psico-pedagógico-educativo. Pero debería ser siempre alguien con experiencia vital. Creo que no se puede pasar de la universidad a orientar a los más jóvenes. En todo acaso ha de ser un equipo con suficientes experiencias laborales y vitales que no se haya vuelto conservador. Es mucho más importante la formación permanente, a partir de la reflexión sobre la práctica. Se trata de funciones múltiples en un sistema de conocimientos en acelerado cambio, en un mercado laboral que es esencialmente móvil, con unos personajes que cada "día” pueden estar viviendo la vida en unas coordenadas diferentes.

¿Puede actualizarnos brevemente el perfil y las competencias básicas del profesional de la orientación?

¿Perfiles, competencias? Se deducen en parte de todo lo que he contestado. La orientación es un conjunto de actuaciones que se produce en diferentes momentos de la actividad de un adolescente o joven que viene a una oficina a buscar información, que prueba a aprender algo que le garantizará un trabajo por un tiempo, que desea saber que hacer para aclararse consigo mismo y tranquilizar a su madre, que participa en actividades y expresa intereses que no acaba de saber cómo concretar, que viene a clase y hace los deberes pero parece pasar de todo, etc. ¿Quién cabe ahí? ¿Qué debe saber? Un experto o experta en jóvenes, conocedor de los procesos de personalización, que domina la psicopedagogía básica, que tiene capacidad para observar y escuchar, que se interesa por la sociedad y el mercado laboral para intuir cómo se incorporan social y laboralmente las personas con las que trabaja.

NOTAS AL PIE:

(1): Ponencia titulada Ser orientat o orientar-se?, presentada en la II Jornada d'Informació i Orientació Professional de Terrassa (29 de noviembre de 2006).

Entrevista realizada por la redacción de Educaweb.com.






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