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Y después llegaron las técnicas de estudio

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Miguel Ángel González Expósito, Pedagogo y Director de Zona Madrid de Kumon Instituto de Educación de España
Los programas de técnicas de estudio son muy necesarios e importantes. Sin embargo, antes de aplicar uno de ellos y beneficiarse de los resultados obtenidos tenemos que tener en cuenta algunas cuestiones previas.

Cuando me plantearon participar en un monográfico basado en las técnicas de estudio por mi cabeza rondaron ideas de todo tipo:

- Hacer una compilación de autores de la pedagogía moderna y relacionar sus ideas fundamentales (aprendizaje significativo, constructivismo, etc...) con las diferentes técnicas de estudio que existen.

- Buscar un fundamento y un soporte desde la psicología evolutiva a las edades en las que se deben ejercitar los alumnos en una determinada técnica de estudio.

- Nombrar las técnicas de estudio que están más en boga y dar unas pautas generales de entrenamiento en las mismas.

- Presentar el no tener alumnos lo suficientemente ejercitados y entrenados en estas técnicas de estudio como una de las causas del fracaso escolar. ¡Seguro que ganaría muchos puntos!

Con posterioridad intenté ponerme en el lugar de los alumnos, los padres y los profesores. Para ello recordé mi propia experiencia como estudiante y como responsable del programa de técnicas de estudio en mi anterior trabajo, y reflexioné sobre lo que realmente quería transmitir con este artículo.

Finalmente decidí hablar de ambas cosas, de mi experiencia como alumno (espero que, por mi propio bien, no demasiado lejana) y de mi experiencia como profesor, y delegar en vosotros, lectores, el trabajo de realizar un resumen, extraer las ideas principales y secundarias y hacer un mapa conceptual del texto.

Comenzaré con mi experiencia como alumno. Por lo que dicen mis padres y hermanos, yo era un alumno "medio”. No era ni excesivamente brillante ni tampoco tenía demasiadas dificultades. En aquella época (1990 - 5º ó 6º de EGB) no era tan habitual hablar de las técnicas de estudio como concepto genérico, pero sí que se hablaba de alguna de estas técnicas por separado. Recuerdo algunas experiencia como alumno:

- Un profesor me pidió que leyera El Quijote y extrajera las ideas principales y secundarias del texto. Creo que su intención era que practicara y ejercitara la facultad de conocer la organización de un texto. Sólo llegué a leer 15 páginas del libro. Para hacer ese trabajo debería haber estado concentrado unas ¡1.000 horas!

- En otra ocasión un profesor de Biología me pidió que realizara un mapa conceptual de una unidad del libro de texto. Por supuesto, lo primero que dije fue: ¿Un mapa qué? Por lo visto quería que realizase un esquema en el que aparecieran relacionados los conceptos y contenidos que se trataban en esa unidad. Fui incapaz de hacerlo. Quizás tuvo algo que ver que siempre me hubiera hecho preguntas cerradas que podían ser contestadas gracias a un ejercicio correcto de evocación memorística. Nunca me hizo preguntas como la siguiente: ¿Qué relación existe entre el componente molecular de los seres vivos y las funciones que realizan para mantenerse con vida? Siendo así, ¿cómo quería que luego fuese capaz de hacer un mapa conceptual? ¿Por qué las preguntas de los exámenes de este profesor eran tipo test?

- También me acuerdo de un profesor de Historia que me pidió que realizara un resumen con mis propias palabras de un texto sobre la civilización romana. Por supuesto copié párrafos enteros. ¡Aquel texto era incomprensible! Además, ¡tenía que estar concentrado haciendo lo mismo durante muchísimo tiempo! ¿Quién podía entender lo que significaba la palabra prefecto?

Mi experiencia como profesor no fue mucho mejor:

- Un día de clase pedí a P.S. (10 años) que redactara un resumen con sus propias palabras de un tema de la asignatura a la que él llamaba "Cono”. Se quedó blanco. Por descontado, fue incapaz de hacerlo. Fue un titán, incluso fue capaz de aprenderse de memoria varios párrafos del texto (que ni siquiera entendía) para demostrar que era capaz de hacerlo con el libro cerrado (requisito que yo le exigía).

- A.V. (14 años) era un alumno increíble. Yo me esforzaba por conseguir que preparara mapas conceptuales y esquemas de los temas que estudiaba, pero siempre me encontraba con el mismo problema. A.V no era capaz de estar concentrado ni diez minutos, también era porque no entendía ni la mitad de las palabras que leía.

- Recuerdo a otro alumno mayor que los anteriores (18 años). Para este alumno era prioritario realizar una planificación de sus tareas con vistas a un año. Este alumno fue incapaz de cumplir los plazos programados por él mismo. Eso si, no faltó a ninguna fiesta organizada por sus "colegas”. ¿Cómo iba a cumplir plazos una persona totalmente desmotivada y anárquica durante toda su vida? No necesitaba técnicas de estudio, necesitaba técnicas de socialización y civismo.

Con estas experiencias queda claro que algo fallaba, y sigue fallando, en los programas de técnicas de estudio (con los que, dicho sea de paso, estoy totalmente de acuerdo).

Otra experiencia como estudiante (que no he contado antes) podría ser la siguiente (esta no es tan desastrosa):

- En la facultad la cosa cambió. Era un lector competente; tenía curiosidad; los profesores realizaban preguntas basadas en la comprensión; probaba diferentes reglas nemotécnicas (copiadas de mi hermano y algún compañero); a veces hacía resúmenes, esquemas o mapas conceptuales (llegué a desarrollar la habilidad para realizarlos y utilizarlos; además, los utilizaba con éxito y si no era así, perfeccionaba mi técnica). Los modelos de mis compañeros y familiares me ayudaron, pero al final desarrollé mis propias técnicas de estudio. Para conseguirlo sólo fue necesario que desarrollara: una aptitud suficiente (capacidades generales, destreza lecto-escritora, etc...), una actitud máxima (interés, curiosidad, comportamiento autodidacta, etc...) y una coherencia didáctica (la mayoría de los profesores de la facultad fomentaba una forma de estudio que daba cabida a la práctica de diferentes técnicas de estudio).

Esta última experiencia hace que me plantee una serie de cuestiones. En mi modesta opinión, la respuesta hay que encontrarla en la base del aprendizaje, que es algo previo a los programas de técnicas de estudio.

Todo programa de técnicas de estudio debería haber tenido en cuenta la audiencia a la que va dirigida y el contexto en el que se realiza. Tanto los destinatarios como el contexto de enseñanza-aprendizaje deberían reunir previamente una serie de variables:

- Alumnos y profesores con interés y placer por aprender.

- Comportamiento autodidacta. Por lo menos el haber sido puesto en esa situación.

- Que el contenido con el que se trabajan sea atractivo para las personas que lo utilizan.

- Capacidad de autoevaluar la propia actividad y generar el autoconcepto académico. El alumno debe ser consciente de su competencia para una u otra técnica de estudio.

- Tener desarrollado un hábito de trabajo y la capacidad de concentración mínima para hacer factible un trabajo asociativo y de investigación.


- La coherencia didáctica entre lo que el alumno realiza diariamente y este tipo de técnicas. En la mayoría de las ocasiones las fórmulas cerradas de enseñanza y evaluación son un obstáculo para el desarrollo de este tipo de habilidad.

- Competencia aptitudinal suficiente y actitudinal máxima.

Por todo ello creo que es prioritario que todas estas premisas se cumplan antes (o al menos paralelamente) de aplicar un programa de técnicas de estudio. Cuando los padres llegan a nuestros CENTROS KUMON precisamente ofrecemos el desarrollo y la mejora de estas premisas iniciales. Creo firmemente que un alumno con esas características de partida desarrollará sus propias técnicas de estudio y, además, tendrá éxito en su aplicación. En el caso de que no sea así cualquier programa de técnicas de estudio verá mermada su utilidad si las variables comentadas anteriormente no se respetan y se tienen en cuenta.
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