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Alfabetización digital o la exigencia de recrearse a sí mismo

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Daniel López Gómez, Investigador del Departamento de Psicología Social de la Universitat Autònoma de Barcelona
Las nuevas tecnologías de la información están en el epicentro de una revolución socio-técnica cuyo alcance aún no podemos ni atisbar y cuyos efectos, debido a la velocidad de sus transformaciones, son difícilmente calculables a largo plazo. Pero está claro que su implementación masiva en nuestras sociedades está transformando sustancialmente todos los ámbitos de la actividad humana, ya sea ésta individual o colectiva. Como dice Manuel Castells en la Era de la Información (2001) : "En el último cuarto de siglo que termina, una revolución tecnológica, centrada en torno a la información, ha transformado nuestro modo de pensar, de producir, de consumir, de comerciar, de gestionar, de comunicar, de vivir, de morir, de hacer la guerra y de hacer el amor.” Se trata del advenimiento de una nueva estructura y realidad social que ha recibido un sinfín de motes: Castells la denomina Sociedad de la Información, McLuhan, Aldea Global Electrónica; Bell, Sociedad Post-industrial; y Brzezinsky, Sociedad tecnotrónica.

Ahora bien, lo característico de esta sociedades, a pesar de sus diversos apodos, es la producción y distribución cada vez más acelerada de conocimiento, lo que ahora se denomina I+D. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, tal y como explica Castells (2001), permiten la producción continua de conocimiento. A diferencia de lo que ocurría en las sociedades industriales, donde cada innovación implicaba la suplantación del conocimiento antiguo, en la sociedades de la información, la innovación es una constante que debe mantenerse. El conocimiento que encontramos en Internet, al igual que la formación que recibimos debe actualizarse constantemente. La exigencia de innovación ha transformado casi todos los campos de la actividad humana. La política, la cultura, la ciencia y la acción social, requieren de una supervisión e innovación constante que sólo es posible mediante las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Ya nada es dado por sentado, todo debe ser escrutado y supervisado. Todo conocimiento es transitorio y por tanto la formación que uno ha recibido siempre es parcial e incompleta. Ernst Jünger afirmaba en El trabajador, de 1932, algo que vale perfectamente para nuestros días. "La consecuencia de todo esto es que no existe capital, capital en el antiguo sentido estático de la palabra; hasta el valor del oro es dudoso. Ya no hay ninguna actividad manual, ningún oficio artesanal, que pueda aprenderse a fondo, en el que pueda alcanzarse una maestría completa. Todos nosotros somos meros aprendices. (…) Lo único constante es la variación y contra ese hecho se estrellan y hacen añicos todos los afanes orientados a la posesión de cosas, a la satisfacción o a la seguridad.” (1990: 256)

Así pues, ¿qué queremos decir con alfabetización digital? ¿en qué sentido pensamos que es necesaria una mayor alfabetización digital para no incrementar la exclusión social en la sociedades de la información? En algunos casos, podría parecer que consiste, únicamente, en aprender a manejar un ordenador, un móvil, etc. Es decir, tener cierta destreza en el uso de tecnologías que permiten realizar determinadas tareas: llevar la contabilidad, diseñar un cartel publicitario, hacer el seguimiento de un proyecto, llevar al día tu agenda personal, mantener el contacto con tus amigos y familiares, convocar una reunión, etc. Dado que actualmente la vida laboral y social sería impensable sin estas tecnologías, su manejo aparece como un requisito vital. Desconocer cómo funciona y no haber incorporado estas tecnologías a tu vida te convierte en una persona con un riesgo de exclusión social alto. La alfabetización digital consistiría, entonces, en dotar de conocimientos y habilidades para que las personas puedan hacer uso de estas tecnologías. Éste es el propósito que persigue la formación específica que reciben en esta materia escolares, personas mayores, trabajadores/as que quieren reciclarse, inmigrantes sin formación, etc…

Sin embargo, existe un significado más amplio de alfabetización digital. Cuando afirmamos que la alfabetización digital es el modo de combatir la brecha digital, debemos ser conscientes que no sólo estamos diciendo que es necesario formar en el uso de determinadas tecnologías, sino que debemos enseñar a estar constantemente formándonos. Dado que la innovación es una constante y las tecnologías de la información no sólo permiten que sea así sino que su desarrollo opera del mismo modo, la alfabetización digital es la socialización de la personas en esta nueva dinámica. Pensemos por un momento en los cursos de ofimática. No estamos enseñando a utilizar un editor de textos concreto sino inculcando una cierta disposición a incorporar nuevos conocimientos y habilidades a medida que la tecnología se actualiza. Eso es lo que ocurre cuando, al menos cada seis meses, aparecen editores de textos con más prestaciones. Es necesario estar constantemente aprendiendo. Nunca llegas a dominar el programa. De hecho, como ha explicado muy bien Haddon (1996), no esperamos de estas tecnologías que simplemente hagan determinadas cosas, las exploramos. Los ordenadores demandan un estado constante de compromiso porque su funcionamiento depende de que el usuario haya escogido la instrucción adecuada. Hablar el lenguaje del ordenador, tal y como demostró el psicólogo Alan Kay, implica forzosamente explorar el medio. Sólo así uno aprende a utilizar el ordenador y sólo así uno se convierte en usuario del ordenador. Uno aprende a transformarse con la tecnología.

Así pues esta exploración constante que aprendemos en el manejo del ordenador, es también la que necesitamos para desenvolvernos en la sociedad de la información: estar en disposición de recrearnos constantemente a nosotros mismos. Lo interesante de la alfabetización digital es esta exigencia implícita y sus efectos: la producción de un sujeto muy particular. Lejos de una educación que forma individuos con conocimiento y juicio crítico, en la alfabetización digital formamos sujetos que no deben ser ni congruentes, ni íntegros, ni reflexivos, sino porosos, flexibles y con buenos reflejos. Son una suerte de combinards (Lash, 2001). Es decir, sujetos capaces de relacionar y coordinar rápidamente y ad hoc conocimientos y habilidades diferentes sin necesidad de sintetizarlas e integrarlas en un todo coherente. La alfabetización digital dibuja un sujeto, como dice Sloterdijk (1994), "que conduce su vida como el usuario terminal de sí mismo y de sus oportunidades”. Es decir, un sujeto que se reconoce en constante cambio y que no tiene voluntad de permanencia. Un sujeto que, como ocurre con el aprendizaje de las herramientas informáticas, debe asumir que está constantemente haciéndose, que debe estar explorando constantemente aunque nunca llegue a saber.

Por consiguiente, el sujeto socializado en la sociedad de la información, competente en su lenguaje, lo que ha aprendido, por encima del manejo de determinados instrumentos técnicos, es a recrearse a si mismo, a ser suficientemente maleable.

Castells, M. (2001). La era de la información: Economía, sociedad y cultura (3ª ed.). Madrid: Alianza.
Haddon, L. (1996). Explicaciones sobre el consumo de tecnologías de la comunicación y la información. El ejemplo del ordenador doméstico. In R. Silverstone & E. Hirsch (Eds.), Los efectos de la nueva comunicación. El consumo d ela moderna tecnología en el hogar y en la familia (pp. 127-146). Barcelona: Bosch.
Jünger, E. (1990). El trabajador. Barcelona: Tusquets.
Lash, S. (2001). Individualización a la manera no lineal. In U. Beck & E. Beck-Gernsheim (Eds.), La individualización. El individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas (pp. 9-18). Barcelona: Paidós.
Sloterdijk, P. (1994). En el mismo barco. Madrid: Siruela.
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