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El título de Humanidades como grado

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Pedro Pegenaute Garde, Director General de Universidades y Política Lingüística del Gobierno de Navarra
A partir del curso 1992/93 se implantó en más de 30 Universidades la Licenciatura en Humanidades, creada por la Ley Orgánica de Reforma Universitaria (LRU) de 1983. La evolución ha sido dispar en las diferentes Universidades (también porque se ha introducido con filosofías bastante divergentes), pero, en general, la inserción laboral es satisfactoria y, en algunos casos, excelente, contra lo que con excesiva reiteración señalan publicaciones oficiales, hasta del Ministerio de Educación y Ciencia (MEC).

De cara al futuro, entendemos que debiera validarse la continuidad de esta titulación como Grado, con el actual u otro nombre (¿Ciencias Humanas?), y entre otras, por las siguientes razones sustantivas:
  1. En las últimas décadas se han dado dos evoluciones complementarias: hacia la especialización, en un mundo cada vez más complejo y diversificado, y hacia la integración de los saberes, necesaria precisamente por esa complejidad. La interdisciplinariedad es un valor en alza; la fragmentación y, a la vez, interrelación de un mundo globalizado exige que la Universidad prepare también para esa visión superadora de las barreras. En Filosofía y Letras, la evolución de las titulaciones en las últimas décadas ha ido hacia la especialización. La Licenciatura en Humanidades compensaba esa tendencia con el complemento de una titulación en que prima la visión de conjunto, el establecimiento de conexiones transversales, la interrelación. Parece importante mantener abierta esa posibilidad en las futuras titulaciones.


  2. Precisamente por tratarse de la transmisión de saberes fundamentales parece conveniente situarla en el nivel de Grado, dejando las especializaciones acordes con las salidas profesionales para postgrados.


  3. Los titulados en Humanidades pueden ejercer una función importante en la formación de formadores. En el ámbito creciente de la formación a lo largo de toda la vida sería muy importante transmitir esa visión de conjunto, ese saber integrador. En la enseñanza preuniversitaria, una visión integral de las Humanidades puede ayudar a conformar una imagen del mundo marcada por valores humanísticos, cívicos y solidarios. En ese sentido, sería importante estudiar la incorporación de los titulados en Humanidades en la enseñanza media.


  4. Entre los campos de trabajo a los cuales están encontrando acceso los actuales titulados se encuentra la gestión cultural (gestión del patrimonio, etc.). Este ámbito, además de ser caracterizado por los expertos como un importante yacimiento de empleo en el futuro, es de una importancia esencial a la hora de configurar una sociedad no sólo abierta a la cultura sino que comporta unos valores ciudadanos. En especial frente a los retos de sociedades formadas por personas con referentes culturales diferentes, este campo resulta clave. Y resulta clave que quienes trabajen en él tengan una formación humanística básica amplia y bien fundamentada. Y,


  5. En la empresa, la humanización es uno de los objetivos prioritarios. La motivación, por ejemplo, resulta ser un factor clave para la competitividad. Los conocimientos culturales son elemento relevante en el establecimiento de relaciones comerciales transfronterizas. Aquí, por tanto, también tiene una incidencia positiva una formación amplia, no especializada, en materias humanísticas.

En fin, son éstas algunas de las consideraciones que, en su caso, he tenido la oportunidad de exponer, que tampoco he sido el único, en el seno de la Subcomisión de Humanidades y Grupo de Trabajo creado ad hoc y auspiciada/o a través del Consejo de Coordinación Universitaria por el Ministerio de Educación y Ciencia, en varias sesiones.

Ya, por lo que se refiere al ámbito de las Filologías, que también se ha tratado en aquella Subcomisión, he de decir: Primero, que en ningún caso se ha hablado de las mencionadas "Lenguas y literaturas Europeas". Pero, ¿resultará que alguien o algún organismo se haya arrogado el situar entre nuestras propuestas alguna que los miembros de la Subcomisión de Humanidades no hemos formado?. Y, segundo, que nuestra propuesta inicial de Filologías para el nuevo Catálogo de Titulaciones incluye una reorganización de las actuales catorce filologías en cuatro títulos, con la Lengua Española y sus literaturas a la cabeza, y teniendo el alumnado que estudiar una lengua principal y otra secundaria, que falta hace de cara al mercado laboral y hasta para la propia vida, para poder circular por el mundo sin barreras lingüísticas.

¿Qué titulaciones desaparecerán finalmente, cuáles "impondrán" su presencia por razones académicas u otro tipo de razones, que de todo hay y habrá, en el nuevo Catálogo?

Nuestra propuesta, la citada, es desde luego inicial, y, por lo mismo, para saberlo, habrá de esperarse a que, tras otras propuestas (del Comité de Expertos pongo por caso), el Gobierno español lo apruebe, en ejercicio de su insoslayable competencia, que evita habitualmente, ejercerla.

A día de hoy, lo que sí puedo afirmar es que, en todo caso, sea cual sea el resultado final, en la Subcomisión de Humanidades se ha trabajado para responder con la propuesta, de un lado, a la homologación de nuestros estudios al resto de la Unión Europea, de otro, a su actualización y, finalmente, a su flexibilización. Y ello, buscando, siempre, el interés general, al que debemos servir.
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