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Cuando la LOGSE le abrió las puertas a la danza para entrar, por primera vez, en lo que son las enseñanzas artísticas reguladas por la administración, todo el sector se puso de enhorabuena

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P. SAS, Directora General del Grup d'Escoles SAS
Cuando la LOGSE le abrió las puertas a la danza para entrar, por primera vez, en lo que son las enseñanzas artísticas reguladas por la administración, todo el sector se puso de enhorabuena. Era la primer vez que curso a curso se establecía una guía curricular recogiendo las habilidades a adquirir, las salidas profesionales de los alumnos, las pruebas de acceso o el nivel y conocimientos que debían tener nuestros bailarines. Muy distinto, claro está, a la situación que debieron superar los que ahora son profesores de estas materias.

La previsión que se hizo en su momento también contempló la inclusión de las enseñanzas artísticas (artes plásticas, música, teatro y danza) en los currículos formativos de primaria y secundaria; en teoría, esto hubiera permitido difundir la danza como carrera profesional entre aquellos estudiantes con aptitudes y que, tal vez por el entorno en que crecían, nunca habrían pensado en el mundo del arte como una salida profesional. Sin embargo, a pesar de este conjunto de buenas intenciones, la situación de las enseñanzas artísticas en las distintas etapas educativas deja mucho que desear. Tal vez sean las artes plásticas y la música, las que, pese a la precariedad, se encuentran mejor posicionadas en los currículos generales. Por su parte, el teatro y la danza, son las artes menos consideradas y, frecuentemente, se encuentran ocultas y dispersas en medio de los currículos establecidos. Si existen créditos de danza, en lugar de ser impartidos por profesionales de la danza para que difundan entre los alumnos su saber hacer, éstos son impartidos desde las áreas de educación Física, Música o incluso Lengua.

Esta situación (que tras las esperanzas despertadas por la LOGSE, actualmente muchos pueden calificar de "precaria”) nos descubre un sistema educativo que difunde de forma muy limitada los conocimientos relativos al movimiento corporal, la capacidad espacial de cada uno, la coordinación cinética o la creatividad; lo cual provoca que posibles buenos bailarines de futuro no descubran su potencial y sus habilidades hasta más tarde o que sencillamente no las descubran nunca. Me permitirán dejar para el final reflexionar también sobre lo que pierde la sociedad y todas las personas a razón de estas deficiencias.

A esta falta de integración de enseñanzas artísticas y currículos generales, se le tiene que añadir la desconfianza que puede tener el entorno (padres, orientadores, amistades, etc) en las perspectivas profesionales. Dudas respecto a la corta carrera profesional que pueden tener los bailarines o sobre la inestabilidad laboral de este sector. En este sentido, sin embargo, conviene tener en cuenta la situación real con la que topan los licenciados universitarios en la actualidad, en la que cada vez con mayor dificultad pueden ver cumplido su deseo profesional y demuestra que cada uno debe obedecer a aquello que siente y con lo que se corresponden sus habilidades.

Tal vez sea en este último aspecto, la desvinculación entre los currículos de primaria y el mundo de las artes escénicas, el que rompe la continuidad profesional hacia las enseñanzas artísticas, ya que se trata de disciplinas en las que interviene la sensibilidad y la capacidad que tiene uno para expresar, y esto hace que la vocación aflore o se descubra en edades tempranas.

El papel de la enseñanza privada en el mundo de la danza en Cataluña a nivel elemental es la clave y tal vez como solución se podrían establecer dos líneas de trabajo destinadas a integrar las artes escénicas en la orientación curricular. Por una parte, dar apoyo a los centros privados de enseñanzas artísticas, tanto elementales como de grado medio para garantizar la continuidad formativa, y vincularlos a centros de secundaria para facilitar que los alumnos puedan seguir con sus estudios de secundaria. Por otra parte, se hace necesario potenciar la relación de danza y teatro dentro de los centros de enseñanza obligatoria.

Esto último, además, contribuirá a la mejora de la formación cultural de nuestros estudiantes. La mayoría de nuestros jóvenes fruncen el ceño cuando se les habla de Nureyev, Barisnikov o Antonio y esto no debiera ser así, ya que se trata de figuras comparables a Picasso o Mozart. Socialmente la danza se percibe como un conocimiento más vinculado a la anécdota o el folklorismo que a una verdadera forma artística y cultural necesaria para la calidad social, es importante romper esta inercia y parece que cada vez somos más conscientes de ello.
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