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Artes escénicas: De la vocación a la profesión

Editorial

En el momento que las compañías estables ya empiezan a consolidarse y que hay instituciones educativas suficientemente acreditadas y agrupaciones profesionales, ya existe una base suficiente para renovar los planteamientos laborales pensando en el conjunto de profesionales del presente y del futuro.


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Enric Renau, Editor de Educaweb.com
En la sociedad moderna, la Cultura en mayúsculas no consigue situarse en una posición de centralidad ni económica, ni social, ni política. Ni en los presupuestos públicos, ni en las tertulias de café, ni en los debates parlamentarios, la Cultura tiene apenas protagonismo. Gusta más hablar de fútbol, obra pública y el mundo del glamour rosa.

No obstante, más de 440.000 personas están empleadas en actividades culturales o profesiones culturales y hay un gasto público de más de 2.000 millones de euros y un gasto privado de los hogares de 6.700 millones de euros en cultura. Estas estadísticas denotan que el sector cultural tiene su relevancia, a pesar que su poca estructuración económica y mínima organización político-social lo mantiene en un margen secundario de la actividad productiva.

Si a la cultura ya le es difícil tener protagonismo como sector productivo y como actividad económica, las artes escénicas son el hermano o hermana pobre de la familia. Tan pobre, que nos ha sido imposible encontrar datos que certifiquen su dimensión real.

El teatro, la danza, el circo y el resto de artes escénicas son capaces de realizar más de 42.000 sesiones (representaciones) en un año, en las que asisten 12,6 millones de espectadores. Es un sector que recauda 121,2 millones de euros, pero es capaz de consolidar su actividad laboral, de profesionalizarla y de prestigiarla, más allá del entorno que ya los conoce y disfruta. Por no poder, ni escribe en los monográficos de Educaweb.com, como lo hacen cualquiera de los otros sectores profesionales.

Puede que sea inherente a la profesión. Puede que sea incompatible con los valores y estilos de vida de los que se dedican a las artes escénicas.

Pero también puede que la profesión artística no haya sabido estructurarse, buscando gestores y representantes "institucionales” que, en su nombre, permitan que los trabajadores de las artes escénicas y los estudiantes de danza y arte dramático puedan imaginarse un futuro laboral digno.

¿Porque las artes escénicas sólo son consideradas como vocaciones complementarias ante las profesiones etiquetadas como "serias”?

Actualmente, estos estudios medios y superiores tienen un nivel promedio de calidad superior a otros tipos de enseñanza, una dedicación seria y un nivel de exigencia impresionantes.

¿Cual es el problema, pues?

Yo no tengo la respuesta, pero mis indagaciones me indican que el sector no ha hecho su "reconversión industrial”, por el carácter y prioridades de los primeros que ejercieron como tales, más preocupados de buscar cobijo o amparo público que no de estructurar su sector.

En el momento que las compañías estables ya empiezan a consolidarse y que existen instituciones educativas suficientemente acreditadas y agrupaciones profesionales, ya existe una base suficiente para renovar los planteamientos laborales pensando en el conjunto de profesionales del presente y del futuro.

Todos los datos de este editorial son del informe "Las cifras de la Cultura en España” publicado en junio de 2002.
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